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papel antiguo

Escape de Ítaca

Esta breve prosa poética se enfoca en la tensión entre permanecer en la vida que aturde, o atreverse a escapar. El intertexto es evidente en sus alusiones a la Odisea homérica, con la ironía de tratarse este escrito de huir del hogar, en vez de volver a casa.

Escape de Ítaca

Ardía sobre el mar el horizonte, en cálido arrullo a las ondinas, cuando ella notó el ruido menguar. Absorta en sus pensares, gacha la cabeza, más se había hundido la mirada que el Sol en el reposo del oleaje. Había huido a la playa desde su morada costera, donde el bullicio —excusado en el enésimo evento— rozaba el escándalo. Ningún aviso había dado del súbito escape, de asentir al llamado de la brisa, de frágil ser al véspero que le rogaba. De esto ya unas horas, libres de apremio. ¡No era ella Ulises! —se confesó indulgente. No había a mano cera para el remero, ni su cuerpo estaba atado a un mástil. No debía sentirse culpable.


La playa nada le imponía: no requería mostrar otro ánimo que el genuino, ni implorar al reloj que las pláticas se acortaran. Advirtió la arena, intrusa, entre su ropa escueta. A la sazón, invadía aquellas grutas reservadas al hálito del viento, las sombras primeras. Aquella tibia corriente mecía su cabello, crespo como la noche aplazada, que barría con dispares mechones el sablón afincado en los hombros.


Lívida era su piel, tal gélida sirena, y pálida la Luna que asomaba sobre el mar. No había prisa por volver a la Ítaca costera, de murmullo agudo y festivos acordes. La playa a nada le urgía.


Nublado se tornaba el mundo mientras escrutaba el horizonte de azafrán. Tal vez a alguna lejana sirena, esquiva Ligia, oiría convocar, y grata entregaría su blancura al oleaje. La espuma cubriría su partida… Se abriría el ignoto portal, al reino de fosas y coral. Al ponto rendiría sus prendas escuetas, las sombras primeras… y aquellas otras sombras más secretas.


Libro Apofis y el Dragón

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