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papel antiguo

Ninsikil, del bosque dueña

Apofis y el Dragón es el poema insigne de la obra Apofis y el Dragón, y otros poemas épicos. Su epopeya comienza en los fulgores del Edén, atravesando la pérdida de la inocencia y sus efectos devastadores en los personajes del relato. El personaje central, a través de cuyos ojos el mundo brilla y se derruye, es Apofis, la serpiente que se debate entre el mutuo idilio con Eva, y el deseo de propia grandeza. ¿Podemos herir sobremanera al ser amado? ¿Cuál es la voz que ruge íntima, que podría volvernos destructores de nuestro mundo? ¿Hay alguna redención posible luego de tal crimen?


Este fragmento del poema se comprende mejor en su contexto específico de la narración. No obstante, las siguientes estrofas escogidas pueden disfrutarse también en forma aislada. Apofis también abandona Edén y da con Dilmún, el paraíso sumerio, que a la par lo deslumbra. La diosa Ninsikil es la patrona de aquel lugar; ella lo recibe. Nuestro protagonista describe en versos la traslúcida apariencia de su anfitriona en la tierra del Sol.

Ninsikil, del bosque dueña

(…)


VI.

Su voz agitó mi precario ensueño.

Hombros y palmas sostén me eran,

tal que mis ojos hallaron los suyos.

A Ninsikil[1]respondía, del bosque dueña,

y los mozos que le servían a su hálito callaban.

Delgada su estampa, prominente altura,

vidriosa piel recubría el íntimo misterio.


No, no era carne vistiendo los siglos

que celaba su eterna juventud.

Molla del espíritu es la carne,

tosca vaina, lo sagrado retiene.

Traslucía el ardor de su gracia

en cristalina piel, perlado atuendo,

a modo de un radiante manantial

que al alba despierta.


Nadar quisiera en tu sereno cauce;

allí ondinas preparan el placer del hombre.

Hundir mi arrojo, el exhausto palpitar,

do bálsamo corre cual dulce aliento.

Llegar, ojos desvelados, a aquel nivel profundo;

flota el Sol sobre el lecho,

mas no sumerge su lumbre.

Rítmicamente truenan las aguas oscuras:

brota el amor, estridente, a raudales,

desde el fondo insondable y tembloroso.


¿Qué proeza, qué inefable causa,

pulsa en tu corazón la abismal música?

¿Hoy, confiesan tus ojos, late sólo para mí?


[1] Hija del gran dios Enki y patrona de Dilmún.


Libro Apofis y el Dragón

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